Pedro Linares fue un artesano originario de la Ciudad de México que trabajaba en un taller del barrio de la merced haciendo piñatas y máscaras de cartón para llevar un poco de sustento a su familia. Hasta que un día en 1936, a la edad de 30 años, enfermó gravemente y entró en un estado de “sueño profundo”, tan profundo que su familia ya lo daba por muerto.
Don Pedro asegura que durante su sueño él se encontraba en un bosque rocoso rodeado de animales y sonidos muy raros, un burro con alas, un gallo con cuernos y muchos más. Pero todos repetían una y otra vez la misma palabra: “Alebrije”. También dentro del extraño sueño vio un hombre, que le dijo que “no era todavía el momento de que él estuviera ahí” y le mostró la salida del bosque.
Cuando Don Pedro “salió” del lugar, despertó de su estado inconsciente en medio de su propio funeral, totalmente recuperado y con la idea de recrear los extraños animales que vio en el sueño.
Y los hizo, utilizó su habilidad con el cartón para moldear todas y cada una de de las criaturas que se habían presentado ante él, dándoles el nombre de "alebrijes". Su creación se volvió tan popular que en 1990 ganó el Premio Nacional de Ciencia y Arte y falleció dos años después a la edad de 82 años.
Alrededor de todo México, otros artesanos siguieron con el legado de Pedro Linares, pero en Oaxaca, específicamente en San Martín Tilcajete, es donde más se producen y comercializan.
Son tan famosos en nuestro país que existe un festival dedicado a ellos en Tilcajete y una exposición que se realiza año con año en Ciudad de México, donde diversas escuelas de arte exhiben sus creaciones en Paseo de la Reforma.
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