El día que el mar invadió la tierra las olas alcanzaron los 20 metros de altura, a su paso quedaron peces que las personas jamás habían visto y todo el desafortunado que era atrapado por la fuerza del agua aparecía colgado en árboles a kilómetros de distancia, así fue el tsunami que arrasó Oaxaca.
Los sismos y la historia de México han ido de la mano desde los tiempos más ancestrales, incluso, para los mexicas los temblores eran el resultado de que la Tierra tropezara con el Sol. Con la llegada de la Conquista y la fundación de la Nueva España las sacudidas fueron frecuentes y devastadoras.
Así el 28 de marzo de 1787 ocurrió el terremoto más fuerte del que se tenga registró en la historia de México, el cual generó el tsunami que arrasaría las costas de Oaxaca y Guerrero, conocido como el terremoto de San Sixto por el santo católico celebrado ese día.
El terremoto más fuerte de la historia de México
A las 11:30 hora local (17:30 UTC) la tierra tembló como nunca lo había hecho, de acuerdo al Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) las estimaciones más recientes señalan que aquel terremoto alcanzó la magnitud entre 8.4 y 8.6 grados Mw. Para contextualizar los sismos de 1985 y el del 7 de septiembre alcanzaron una magnitud de 8.1 grados escala Richter.
Sin embargo, el terremoto de San Sixto duró entre 6 y 7 minutos seguido de un nuevo sismo a la hora siguiente, luego fueron otros tres, en total ese día tembló cinco veces; las réplicas continuaron por un mes y alcanzaron hasta los 7 grados Mw, narra Luz María Silva en su libro Crónica de seis siglos de sismos en México.
Este terremoto se sintió desde Valladolid, hoy la ciudad de Morelia, todo el litoral de Michoacán, el Istmo de Tehuatepec llegando a la Ciudad de México, Tulancingo en Hidalgo y en la Ciudad de Oaxaca, la cual presentó daños y colapsos en edificios bien construidos. La cifra de las víctimas es desconocida.
El primer gran movimiento del terremoto provocó un tsunami que arrasaría las costas de Oaxaca y Guerrero, un fenómeno poco frecuente en la historia de México pese a la gran actividad sísmica que presenta el territorio nacional.
El mar invadió la tierra
Tras la primera gran sacudida del 28 de marzo de 1787 los pescadores que se encontraban trabajando vieron con asombro como el mar se retiraba, descubriendo tierra de colores, rocas, árboles submarinos y peces, sin embargo, con la misma velocidad que el mar se fue, volvió arrasando con todo a su paso.
Se estima que el mar retrocedió una lengua española (unos 4 kilómetros) antes de que volviera en forma de tsunami, describen Gerardo Suárez y Paola Albini en su artículo titulado, Evidence for Great Tsunamigenic Earthquakes along the Mexican Subduction Zone.
La fuerza del mar provocó olas de hasta 20 metros de altura, teniendo en cuenta que una ola de 1 metro de alto ya es considerada como grande, a su paso el agua arrasó con los pescadores y a cualquier persona tierra a dentro que encontró a su paso.
Los desafortunados fueron hallados colgados y atrapados entre árboles de un monte ubicado 6 kilómetros del mar. El tsunami abarcó desde la costa de Pochutla (lo que hoy es Puerto Ángel) hasta el sur de la ciudad de Tehuantepec, llegando a Acapulco que entonces formaba parte de la Intendencia de Puebla.
Mientras el mar invadía la tierra los habitantes solo podía escuchar “terribles ruidos” y a su paso quedaban peces y mariscos que nunca habían vistos. Los expertos estiman que el tsunami se propagó lejos de las costas de México llegando incluso a la Isla de Pascua y a las Tuamotus en el Pacífico.
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