Un pueblo zapoteca en el estado de Oaxaca se convirtió en la cuna del cannabis medicinal e industrial no solo de la entidad sino de todo México. Se trata de San Pablo Güila, ubicado en el municipio de Santiago Matatlán en la región de Valles Centrales. Esta es su historia.
La historia se remonta cerca de 1920 cuando Estados Unidos estableció la Ley Seca en donde se prohibía todo el consumo de alcohol trayendo consigo afectaciones a los cultivadores mexicanos de tequila y mezcal. Fue entonces que los campesinos encontraron en el cannabis una forma de subsistir.
Sin embargo, con la prohibición de la marihuana en todo el mundo en la década de los 60’s, los campesinos seguían cultivando la planta a escondida ya sea en zonas apartadas en la sierra o escondida entre la milpa de maíz o frijol para que los soldados no destruyeran todos los cultivos en caso de ser descubiertos.
Valles Centras fue una zona productora de cannabis hasta los 2000, pero durante todo ese tiempo el ejército cometía diversos actos contra la población no solo la cultivadora, sino que violaban mujeres, golpeaban niños e incluso saqueaban las casas robándose hasta las gallinas.
El pueblo cannábico de San Pablo Güila
Ubicado en el Distrito de Tlacolula, San Pablo Güila se convirtió en el primer pueblo indígena de México en solicitar los permisoras para la creación de empresas rurales que permitan el cultivo de cannabis con fines medicinales e industriales. A su ejemplo después se sumaron otros pueblos zapotecas como San Dionisio Ocotepec, San Nicolás Yaxe, El Tepehuaje, Coatecas Altas, La Pe Ejutla.
Fue tras la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para despenalizar el uso del cannabis y con la publicación en el Diario Oficial de la Federación el 12 de enero del 2021 donde se permitía conformar organizaciones de producción de marihuana medicinal que las organizaciones de San Pablo Güila comenzaron con los trámites para conseguir el permiso de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).
Uno de los principales impulsores de esta industria naciente fue el agrónomo Daniel Ramírez López, quien ha asesorado a los más de 100 campesinos dedicados al cultivo de esta planta para poder aprovechar el gran potencial que se tiene no solo en cuestiones medicinales sino también para hacer fibras, ladrillos, bioplásticos, cosméticos y muchos más productos.
Atrás quedaron los años de persecución y ahora los productores de toda la región pueden cultivar marihuana de manera legal exhibiendo su permiso en los cultivos con una forma de ganarse la vida que ha estado presente durante años en Oaxaca.
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