El próximo 2 de octubre se cumplen 55 años de la masacre cometida en contra de cientos de estudiantes jóvenes que protestaban en contra del gobierno del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, quien gobernó México en el sexenio de 1964-1970.
Los estudiantes principalmente de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Politécnico Nacional (IPN), acompañados por estudiantes de otras escuelas como la Normal de Maestros, la Universidad de Chapingo, La Salle, Iberoamericana entre otras, fueron masacrados la tarde del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas ubicada en Tlatelolco dentro del entonces Distrito Federal (ahora Ciudad de México).
Los motivos por los que el Ejército cumplió una orden del gobierno, son confusos hasta el día de hoy, lo que se sabe es que el gobierno trataba de mantener la paz (irónicamente) por la inauguración de los Juegos Olímpicos de 1968 en México, a solo unos días de su inauguración el 12 de octubre, Día de la Raza.
Otros motivos incluían deshacer el movimiento porque se pensaba que los estudiantes estaban siendo manipulados por corrientes comunistas de izquierda que no le convenían al gobierno de aquel entonces y utilizaban a los estudiantes para marchar y protestar sin una verdadera razón; y lo más comentado es que el gobierno no podía permitir que un grupo mayúsculo (en este caso de jóvenes rebeldes) actuara de una manera distinta a las decisiones que estaba tomando.
Todo comenzó por una pelea entre estudiantes del Politécnico y jóvenes de una preparatoria privada incorporada a la UNAM, la Isaac Ochotorena, que se convirtió en una pelea campal en la Plaza de la Ciudadela, muy cerca de donde está actualmente la estación del metro Balderas.
La pelea que no tenía mayor relevancia se convirtió en un motivo para que policías del Diario Federal y de la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS), llegaran a separar a los grupos, pero en lugar de hacer eso, decidieron acabar con la pelea a golpes, macanazos y jóvenes detenidos me las centrales se policía.
Esa pelea detonó las protestas de los estudiantes, quienes pedían la liberación de los muchachos detenidos y un alto a la violencia y represión por parte de los policías y agentes federales, lo que generó poco después un mayor número de protestas, mismas que en todo momento fueron reprimidas por el gobierno, llegando a un punto crítico cuando una manifestación de jóvenes que marchaban con dirección al Zócalo de la Ciudad de México, fue violentamente desintegrada por agentes y por primera vez, por elementos del Ejército mexicano.
Tras ese hecho de violencia surgió el liderazgo del Consejo Nacional de Huelga, que, entre otras cosas, escribió un pliego petitorio dirigido a las autoridades para que pararan la violencia en contra de su movimiento y además pedían condiciones democráticas (es decir, de igualdad política y libertad de pensamiento) no solo para los jóvenes sino para el país en general.
En respuesta, el gobierno ocupó varias instalaciones de la UNAM y el IPN y tras la ocupación de esas escuelas e instalaciones, el rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, marchó junto con los estudiantes el 1 de agosto desde Ciudad Universitaria para exigir al gobierno el alto a la represión, respeto a la autonomía y el alto a los ataques contra los estudiantes de la UNAM pero también del IPN y de los jóvenes que participaban en las manifestaciones.
Esa manifestación fue una de las más grandes de aquella época junto con la marcha del silencio ocurrida el 13 de septiembre de 1968, en la que participaron obreros, campesinos, organismos sociales, sindicatos y ciudadanía en general, que salieron para acompañar a los estudiantes desde Paseo de la Reforma hasta el Zócalo en completo silencio.
El golpe más duro y efectivo contra el gobierno fue esa manifestación, tiempo después el Ejército y el gobierno decidieron cambiar su estrategia con el fin de terminar con el conflicto el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco.
Ese día, miles de estudiantes se reunieron en la plaza para organizar un mitin y escuchar a los líderes del CNH, una vez terminada la reunión, fueron rodeados y agredidos por batallones del Ejército que los masacraron sin piedad con armas de grueso calibre, tanques y con el apoyo de un grupo armado denominado "Batallón Olimpia" quienes portaban un guante blanco para distinguirse de los asistentes al mitin.
Cientos de personas fueron masacradas, sin importar edad, sexo o si estaban participando de la reunión o no, la orden era acabar con todos los presentes y detener a los líderes del CNH para llevarlos al Campo Militar No. 1 y encarcelarlos.
El saldo de aquella noche roja del 2 de octubre fue de un poco más de 20 personas muertas según los datos del gobierno, pero la realidad es que fueron al menos cientos de personas las que perdieron la vida en aquella noche y hasta el día de hoy no se les ha hecho justicia y es por ello que año con año desde aquella ocasión resuena el grito de "2 de octubre no se olvida y ni perdón, ni olvido" en referencia a las decenas de personas que perdieron la vida aquella tarde del 2 de octubre en Tlatelolco.