El Programa del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), denominado IMSS-Bienestar, proporcionarán en sus unidades de salud servicios de primero y segundo nivel de atención y será el sistema que sustituya (de hecho ya se hace en varios estados de la república), al fallido Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI), que ha sido extinguido tras apenas tres años de vida y que no funcionó como lo que se tenía previsto en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Si bien la “marca” IMSS-Bienestar es un sello de la llamada “4T”, la operación e infraestructura viene desde hace más de 40 años, con otros nombres como IMSS Coplamar, IMSS Solidaridad, IMSS Conasupo, Progresa u Oportunidades, pero siempre bajo la administración del IMSS.
El programa sirve para dar cobertura de salud a personas sin seguridad social de zonas marginadas, tanto en localidades rurales como urbanas y que no cuentan con aseguranza de cualquier institución.
Con previsiones al tercer trimestre de este 2023 y con datos del director del IMSS, Zoé Robledo, más de 66 millones de personas habrán sido incorporadas al organismo IMSS-Bienestar, y 24 entidades de la república contarán con el sistema a finales de año.
El sistema cuenta con unidades médicas rurales, brigadas de salud, unidades médicas móviles, hospitales rurales y Centros de Atención Rural Obstétrica (CARO).
Más de 40 años de operación
Los orígenes de IMSS-Bienestar se remontan a 1973, cuando se modificó la Ley del Seguro Social para facultar al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) a extender su acción a población sin capacidad contributiva, de extrema pobreza y de profunda marginación y, desde entonces, ha operado con distintas modalidades y nombres.
La atención médica y los medicamentos que ofrece el IMSS-Bienestar se dan de forma gratuita. Además, el programa brinda servicios de primer y segundo nivel de atención, mientras que para el tercer nivel los da a través de Jornadas Médicas Quirúrgicas, con las que unidades móviles recorren las localidades y sitios más apartados para brindar ocho especialidades.
Dentro de los beneficiarios también se incluye a los migrantes que necesitan atención durante su tránsito por el país, a quienes el programa otorga servicios mediante la estrategia de Atención a la Salud de los Migrantes, lo que contribuye a la inclusión social y a hacer efectivo el derecho constitucional a la protección de la salud.
Ahora, la institución se ha vuelto mediática por la extinción del Insabi, mismo que no levantó en tres años de su fundación.
La escasez de medicamentos, los problemas operativos, la tardanza para encontrar proveedores de los mismos medicamentos, sobre todo los oncológicos, la negativa de distintos gobernadores para adherirse al sistema y primordialmente, la llegada de la pandemia por Covid-19 apenas dos meses después de su nacimiento, terminaron por hacerlo un servicio obsoleto, mismo que poco a poco fue absorbido por el sistema IMSS-Bienestar, con una oleada de críticas principalmente por los fallecimientos derivados del Covid-19, que en cifras oficiales rebasan los 350 mil muertos.
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