La leyenda que trae a colación el famoso “conejo en la Luna”, una imagen que todas las noches nos acompaña en México, en la que se puede ver (o al menos imaginar), la figura de un conejito en el lado luminoso de la Luna, proviene desde nuestros ancestros náhuatl, que con el paso del tiempo y de generación en generación ha sido difundida hasta nuestros días.
La leyenda náhuatl está creada en honor a Quetzalcóatl y fue pensada para divulgarse entre los niños y jóvenes que llegaron de la tierra de origen, la mítica Aztlán (que en la actualidad los arqueólogos la relacionan con la isla de Mezcaltitán en Nayarit), para formar parte de la educación y formación de esas generaciones jóvenes con su pasado mítico y ancestral, producido por la veneración a sus dioses.
La leyenda
Cuenta la leyenda que el Dios Quetzalcóatl (o serpiente emplumada), bajó a la Tierra para observar muy de cerca el mundo que ayudo a construir para los seres humanos, para ello adoptó la forma de un hombre común y corriente para pasar como uno de los suyos y que no lo descubrieran.
Viajo y platicó con los seres que él había ayudado a crear, conoció sus tradiciones, sus costumbres y se dio cuenta que esos seres humanos lo veneraban a él y a otros de los dioses en todas partes de lo que antiguamente se conocía como el Anáhuac, lo que ahora conocemos como México (el ombligo de la Luna).
Por su largo andar por la Tierra, contempló con su mirada lo que los Dioses habían hecho para sus súbditos los humanos; verdes praderas, montañas, océanos, lagos, cascadas, bosques, selvas, los animales salvajes, desiertos, cumbres con nieve, parecía un niño con juguete nuevo.
La emoción por contemplar el mundo que había creado, le hizo olvidar que tenía que comer y descansar, recordemos que adoptó la imagen de un ser humano y desde luego también sus fortalezas y limitaciones.
Quetzalcóatl al sentirse cansado, por fin se sentó en una zona boscosa frente a un gran valle y ahí decidió seguir contemplando la belleza de su entorno hasta el anochecer, pero seguía sin comer.
Justo cuando estaba pensando en eso, llegó un pequeño conejo a sentarse junto con él, el animalito movía sus bigotes y cola, mientras comía yerba, en sus ojos se reflejaba la Luna y el cielo estrellado, por lo que Quetzalcóatl le preguntó qué era lo que estaba comiendo.
El conejito respondió que era zacate, y le ofreció un poco a su singular acompañante, Quetzalcóatl rechazó esa propuesta porque los humanos no comían zacate, entonces, el conejo le ofreció compartir una zanahoria y de nueva cuenta lo rechazó, diciendo que de ninguna manera podía quitarle su comida a ningún ser vivo.
Ya en un tono dramático, el humano pensó que ahí moriría de hambre y sed, además del cansancio por recorrer el mundo; sin embargo, eso no le preocupaba ya que al morir regresaría a su forma de serpiente emplumada y continuaría viviendo en espíritu.
El conejito no estaba dispuesto a verlo morir y le propuso algo sorprendente, le dijo que se lo comiera, ya que él era solo un pequeño conejo y él un viajero que necesitaba fuerza y comida para seguir su camino.
El Dios al ver esta muestra de sacrificio y gratitud, lo tomó entre sus manos, y en agradecimiento por su oferta, le regaló un viaje por el Universo, contemplando las estrellas y las galaxias y en un momento de su viaje acercó tanto al conejito a la Luna que vio reflejado su imagen en ella.
“Puede que solo seas un pequeño conejo, pero ahora todos recordarán para siempre tu bondad”, dijo el Dios.
Desde entonces, la Luna lleva en su interior la imagen de aquel conejito que le dio la oportunidad a Quetzalcóatl de conocer la bondad de los seres que había creado e inmortalizó ese gesto en la cara luminosa de la Luna.
El eclipse anular de este próximo 14 de octubre, en el que la Luna (con todo y su conejito) se colocarán entre el Sol y la Tierra, nos dejará un espectáculo impresionante en el que por algunos segundos, se formará un anillo de fuego en el exterior del sol, dejando algunas partes del planeta en completa oscuridad y otras como si estuviera llegando el amanecer; nuestros ancestros también tuvieron la oportunidad de apreciar estos fenómenos, tal como lo podemos observar este sábado en gran parte de México.