Nueva York junto con Chicago y Los Ángeles, California, son las tres ciudades en las que mayor número de mexicanos, viven, laboran, destacan, buscan conseguir sus sueños aún a pesar de las restricciones migratorias, problemas de discriminación, constante acoso por parte de las autoridades migratorias y la falta de sensibilidad a la hora de considerarlos como parte importante de la vida pública y económica no solo de esas ciudades y estados, sino de toda la Unión Americana.
En septiembre de 2001, cientos de mexicanos se levantaron como todos los días en aquel fatídico día 11 para llegar temprano a sus trabajos, muchos de ellos localizados en la Isla de Manhattan, sitio en el que se encontraba el imponente World Trade Center (WTC), caracterizado por dos gigantescas torres que fueron durante años el símbolo de la prosperidad y poderío económico de los Estados Unidos, el centro neurálgico de la economía de la ciudad de los rascacielos y blanco elegido por terroristas para perpetrar el ataque más mortífero del que se tenga memoria hasta el día de hoy.
En ese complejo de oficinas, restaurantes, tiendas, hoteles y sede de cientos de las firmas más importantes no solo en Estados Unidos, sino en el mundo entero, se sabe o se calcula que al menos 900 mexicanos pudieron estar dentro o cerca del sitio en el que las Torres Gemelas colapsaron luego del ataque con dos aviones comerciales en la mañana del 11 de septiembre de 2001.
De esos cerca de 900 mexicanos que buscaban sus sueños y mantenían a sus familias tanto en México como en Estados Unidos, sólo se ha podido reconocer y ubicar de manera oficial a cinco de ellos, sólo cinco dentro de un universo mucho mayor, pero del que desgraciadamente no se sabe nada desde el momento que ambas torres cayeron; con ello se abrió la herida que 20 años después sigue causando tristeza, emociones encontradas y terror entre la sociedad norteamericana, misma que ese día sufrió de la peor manera posible, la vulnerabilidad del ser humano ante un hecho catastrófico.
De acuerdo con los datos oficiales provenientes de las autoridades de Nueva York y del Consulado de México en la ciudad de los rascacielos, oficialmente se cuenta entre las más de 3 mil víctimas por el atentado terrorista del 9/11 a cinco mexicanos, mismos que aparecen en la lápida colocada en el memorial ubicado en la llamada ‘zona cero’.
Además de los cinco mexicanos con nombre y apellido, Antonio Meléndez, Antonio Javier Álvarez y Leobardo López Pascual, de Puebla, así como Juan Ortega Campos, de Morelos, y Martín Morales Zempoaltécatl, de Tlaxcala; se sabe de otros 11 mexicanos que pudieron ser parte de las víctimas pero que hasta el día de hoy no han sido encontrados o identificados de entre los escombros y restos que aún son analizados por el departamento forense de Nueva York.
Esos 11 mexicanos son: Arturo Alba Moreno originario de la ciudad de México; José Manuel Contreras, oriundo de Jalisco; Germán Castillo García, del Estado de México; José Guevara González y José Antonio Santos Anaya, ambos de Aguascalientes; Fernando Jiménez Molinar, de Oaxaca; Alicia Acevedo Carranza, Víctor Antonio Martínez Pastrana y Juan Romero Orozco, de Puebla (el estado que mayor número de mexicanos tiene viviendo en Nueva York); y Margarito Casillas y Norberto Hernández, estos últimos se desconocen mayores detalles sobre su origen y paradero.
El caso del oaxaqueño Jiménez Molinar destaca por la extrañeza de su caso, el director ejecutivo de la Asociación Tepeyac indicó en 2006 lo siguiente:
“Es el más paradigmático de los mexicanos que jamás existieron para el gobierno estadounidense: los olvidados del 11 de septiembre. Hubo mexicanos que quisieron cometer fraude, pero este fue un caso indudable de alguien que trabajó ahí y murió ahí”.
El cónsul mexicano que despachaba en la oficina de Nueva York, ubicada en la calle 39 de la ciudad, Salvador Beltrán del Río, cuenta que desde el primer momento del atentado, se hizo lo posible para tratar de ubicar a todos los mexicanos posibles que estuvieran cerca o laborando en el sitio, tanto en la torre norte como en la sur, algunos era sencillo ubicarlos por su tipo de actividad (ejecutivos, oficinistas, empresarios), sin embargo, muchos más era muy complicado darles seguimiento principalmente por su situación migratoria y el tipo de trabajo que desarrollaban.
Víctimas fantasmas luego de 22 años
Es por esa razón que se contactó a asociaciones civiles dedicadas a apoyar a los connacionales que por su situación migratoria viven una situación totalmente distinta, Casa Puebla y Fundación Tepeyac fueron de los primeros lugares a los que se acudió para tratar de conseguir información sobre los mexicanos que pudieron estar laborando en el lugar.
De acuerdo con la Fundación Tepeyac, el atentado del 11 de septiembre no solo se resumió en muertos, ni en familiares de muertos. También se deben contabilizar los desempleados, los mexicanos que estaban laborando en negocios cercanos a las torres gemelas, eso nos da una suma cercana a los 900; mientras que otros cientos se enfermaron o murieron por causa de los vapores que respiraron durante el proceso de recolección de escombros entre 2002 y 2003, esos mexicanos fallecieron en sus casas o en hospitales sin que el gobierno de los Estados Unidos los reconociera como víctimas del 9/11
El dato de los 500 mexicanos que podrían haber perecido aquella mañana de septiembre, se sustenta en más de 50 reportes recibidos de mexicanos que laboraban al interior de algunos de los pisos del WTC. Otros 450 estarían repartidos en restaurantes, cafeterías, florerías, servicios de limpieza, carritos de hot-dogs, departamentos cercanos a los que mexicanos podrían haber acudido temprano a realizar limpieza doméstica, en establecimientos de comida rápida, como repartidores o mensajeros, etcétera.
El fondo de ayuda para las personas que participaron en la recolección de escombros y búsqueda de restos fue aprobada en el 2018, denominada James Zadroga en honor a uno de los agentes que murió solo días después de que la norma fuera aprobada, hasta el momento hay más de 50 mil personas que buscan algún tipo de compensación por su trabajo en la ‘zona cero’, desafortunadamente no se cuenta con un registro de cuantos mexicanos podrían recibir ese apoyo.