2 DE OCTUBRE NO SE OLVIDA

¿Qué pasó el 2 de octubre de 1968? Resumen de la Matanza de Tlatelolco

La fecha es una marca indeleble que persiste como un recordatorio de la lucha estudiantil que derivó en la muerte de cientos de jóvenes

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La fecha es una marca indeleble que persiste como un recordatorio de la lucha estudiantil en México Créditos: Especial

El 2 de octubre de 1968 es una fecha que continúa siendo una herida profunda en el corazón de la nación mexicana, es el parteaguas de mediados del siglo XX en nuestro país que dejó sangre, dolor, lágrimas, pero también un sentimiento de unión, fraternidad y esperanza a costa de la vida de cientos de jóvenes que esa tarde en la Plaza de las Tres Culturas, atestiguaron la violencia ejercida por las fuerzas armadas en contra de quienes buscaban mejores condiciones democráticas y de libertad.

El movimiento estudiantil que generó la matanza de Tlatelolco de aquel 2 de octubre, se hizo grande a partir de una disputa entre alumnos de la Preparatoria Isaac Ochotorena incorporada a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y los alumnos de las vocacionales 2 y 5 del Instituto Politécnico Nacional (IPN) en la Plaza de la Ciudadela el 22 de julio de 1968.

Por esa reyerta, elementos de policía, granaderos e incluso del Ejército, reprimieron la pelea para intentar pacificar el ambiente social, ya que en unos meses se llevarían a cabo los Juegos Olímpicos de México 1968 y los ojos del mundo estaban puestos en el país por lo que el presidente Gustavo Díaz Ordaz estaba dispuesto a presentar a nuestro país como un sitio en calma, sin desánimo social y en paz, sin embargo, con la represión en contra de los estudiantes, en lugar de pacificar el ambiente, lo encendió, hecho que quedó demostrado con el capítulo del bazucazo a la puerta de la Escuela Nacional Preparatoria No. 1 de la UNAM.

A partir de ese hecho de violencia, un 26 de julio, los estudiantes de la UNAM y del IPN se organizaron y mientras unos marchaban en las calles, otros clausuraban escuelas a manera de protesta por la actitud de la policía del Distrito Federal y del Ejército, sin embargo, una protesta de grupos de izquierda mezclada con estudiantes que protestaban y celebraban el inicio de la Revolución Cubana, se enfiló con destino al Zócalo y esa tarde también fueron presa de la represión, por lo que en pocos días se formó el Consejo Nacional de Huelga (CNH).

El CNH estaba formado por delegados electos en cada una de las asambleas de las escuelas en huelga, y fue el día 4 de agosto cuando salió a la luz el pliego petitorio formado por seis puntos que acompañaría el resto del movimiento hasta su trágico desenlace el 2 de octubre del 68 en Tlatelolco.

Vale la pena hacer mención que el conflicto ya no era sólo de UNAM o del IPN, en ese consejo ya participaban universidades como la Iberoamericana, La Salle, la Normal Superior, la Escuela Nacional de Antropología e Historia, el Colegio de México, así como la Universidad de Chapingo y otras universidades, así como el apoyo abierto de obreros, campesinos, amas de casa, trabajadores y diverso sectores del pueblo de México.

El pliego petitorio estaba conformado por seis demandas:

  • Libertad a los presos políticos.
  • Destitución de los generales Luis Cueto Ramírez y Raúl Mendiolea, así como también del coronel Armando Frías
  • Extinción del Cuerpo de Granaderos, instrumento directo en la represión y no creación de cuerpos semejantes
  • Derogación del artículo 145 y 145 bis del Código Penal Federal (que establece el delito de disolución social) instrumento jurídico de la agresión
  • Indemnización a las familias de los muertos y heridos que fueron víctimas de la agresión del viernes 26 de julio en adelante
  • Deslindamiento de responsabilidades de los actos de represión y vandalismo por parte de las autoridades a través de policía, granaderos y ejército
  • En septiembre se sumó uno más, la exigencia de desalojar las instalaciones de CU y el Casco de Santo Tomás y Zacatenco del Politécnico 

Las protestas de estudiantes generaron una respuesta más enérgica por parte del gobierno, entre los involucrados estaban desde luego el presidente Díaz Ordaz, su secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez, el secretario de la Defensa Nacional, Marcelino García Paniagua, el director de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), Fernando Gutiérrez Barrios, así como el entonces regente del Distrito Federal, Corona del Rosal. 

La respuesta fue la toma de instalaciones del IPN y de la UNAM por parte de regimientos del Ejército, la encarcelación de jóvenes que fueron sacados de las escuelas y la advertencia de que no se permitirían más actos que fueran en contra de la paz pública, luego de loa disturbios del 29 y 30 de julio que terminaron con el bazucazo a la puesta de la ENP No. 1 y la intervención del Ejército tras la marcha y manifestación ocurrida en el Zócalo. 

Tras la ocupación de escuelas e instalaciones, el rector Javier Barros Sierra, marchó junto con los estudiantes el 1 de agosto desde Ciudad Universitaria para exigir al gobierno el alto a la represión, respeto a la autonomía y el alto a los ataques contra los estudiantes de la UNAM pero también del IPN y de los jóvenes que participaban en las manifestaciones.

El 13 de septiembre se llevó a cabo la marcha del silencio, la más multitudinaria y eficaz muestra de apoyo social, ya que los jóvenes esta vez dejaron las banderas rojinegras de huelga guardadas y sacaron las banderas de México, por lo que marcharon totalmente en silencio desde el Museo de Antropología en el Distrito Federal al Zócalo de la capital; junto con los estudiantes, marchaban obreros, campesinos, trabajadores, sindicalizados, maestros, oficinistas, y gente común, fue un golpe directo y poderoso a la narrativa represiva de Díaz Ordaz.

En respuesta, el gobierno ordenó ocupar las instalaciones de la UNAM y del IPN, informando que se debía a que dentro de ellas no se estaban llevando a cabo cátedras ni clases, sino actividades de otra índole, dicho por el secretario de Gobernación Luis Echeverría.

La masacre 

Llegado octubre y ante la cercanía de la inauguración de los Juegos Olímpicos en el Estadio Universitario, el gobierno de Díaz Ordaz, “blofeó” al movimiento y en una supuesta señal de paz, se reunió con líderes políticos, sociales y de su gobierno con la intención de destrabar el conflicto y cedió a una de sus peticiones, liberar CU y las instalaciones del IPN, el 30 de septiembre salió el Ejército de Ciudad Universitaria, y un día después del IPN.

Pero todo formaba parte de un plan de mayor nivel, ganarse la confianza del movimiento para llevar a cabo un operativo en las inmediaciones de la Plaza de las Tres Culturas, a sabiendas que el CNH llevaría a cabo ahí un mitin y utilizaron a varios de sus infiltrados para llevar el mitin a ese lugar para poder ocupar la plaza con francotiradores en las azoteas y llevar a los líderes al edificio Chihuahua, localizado frente a la Iglesia.

La tarde del 2 de octubre, la Plaza estaba colmada de gente y en los alrededores de carros y tanquetas del Ejército, los relatos de la época, indican que los soldados permanecían a la expectativa, pero no se acercaban o reprimían a los asistentes, pero sospechosamente desde la mañana comenzaron cortes a los servicios de luz y teléfono en la zona.

El plan del secretario de la defensa, Marcelino García Barragán, estaba en marcha, terminado el mitin, batallones de infantería, paracaidistas, así como de reconocimiento blindado cercaron la plaza, mientras que los infiltrados de la Dirección Federal de Seguridad identificaron a los líderes en el Chihuahua para poderlos detener.

Y de pronto, la masacre... integrantes del Batallón Olimpia (señalados por portar un guante blanco en la mano) comenzaron a disparar hacia arriba de los edificios, mientras en el cielo un helicóptero lanzaba una bengala para dar inicio a los disparos.

El fuego más intenso lo hicieron desde los edificios Chihuahua, 2 de abril, ISSSTE, Molino del Rey y Revolución de 1910. Ocuparon departamentos y azoteas de unos 12 edificios, con expertos tiradores dotados con armas de alto poder que también fueron heridos por los disparos de los miembros del Olimpia, identificado como grupo paramilitar infiltrado

Al final, cientos de zapatos tirados en el suelo ensangrentado, mujeres, adultos, jóvenes, señoras, alguno que otro militar, quedaron tirados en la Plaza de las Tres Culturas, los líderes fueron detenidos y encarcelados, el movimiento desactivado y en diez días más el vuelo de la paloma de la paz junto al edificio de la Rectoría para inaugurar los Juegos Olímpicos.

En su 5to. Informe de Gobierno, Díaz Ordaz se refirió a la actuación de su gobierno, un año antes, con esta frase lapidaria. 

“Asumo íntegramente la responsabilidad personal, ética, social, jurídica, política e histórica por las decisiones del gobierno en relación con los sucesos del año pasado”

Por esa razón, el 2 de octubre no se olvida, y la exigencia de los sobrevivientes a más de 50 años de la tragedia es pedir “Ni perdón, ni olvido”.

 

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